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Qué dice la Biblia ♦ Condición humana

Vida eterna

Dios creó a los humanos “a su imagen”. Una de las cosas que implica esta afirmación es que los humanos fueron creados con un alma eterna. Por increíble que parezca, cada ser humano tiene un cuerpo físico y un alma espiritual.

Cuando alguien muere, no desaparece y tampoco nace de nuevo en otro cuerpo. Cuando alguien muere, el cuerpo decae, pero el alma (o el espíritu) sigue viviendo y llega a la presencia del Dios vivo. Entonces, la muerte no es “la estación final”, sino más bien una “puerta” de la vida terrenal a la vida eterna que sigue.

Así, cada ser humano comienza a vivir en el momento en que es concebido en el vientre de su madre. El alma recibe un cuerpo y comienza la primera parte de su existencia, que es la vida terrenal. Para algunos es muy corta, para otros es más larga, pero no importa cuántos días tenga la vida de una persona, la vida terrenal sigue siendo limitada y no se puede comparar en duración con la eterna que sigue después de la muerte.

El hecho de que el mundo haya caído en pecado no cambia el hecho de que la vida humana es eterna. Pero a causa del pecado, el destino después de la muerte cambia. Dios pretendía vivir eternamente con los humanos en perfecta armonía, pero caer en pecado significó una destrucción fatal de la relación entre Dios y los humanos. A causa del pecado, los humanos están destinados a recibir el castigo del infierno. La vida en el infierno también es eterna, pero debido a que es una vida terriblemente dolorosa, se la llama más bien “muerte eterna” que “vida eterna”.

El único escape de este destino eterno es confiar en Jesucristo mientras aún estés vivo en la Tierra y arrepentirte de tus pecados. Jesús puede perdonarte porque murió por tus pecados. Esta es la única manera de cambiar el destino y estar con Dios en la vida eterna en lugar de ser arrojados al infierno por la eternidad.

Temas de investigación:

La Biblia tiene mucho que decir sobre nuestra existencia, propósito y destino. Y como es verdad, ¡vale la pena escucharla!

Aunque las almas humanas son eternas, la condición humana está caída e irrecuperable por cualquier tipo de intervención humana.

Jesús respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”. (Juan 14:6)


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